* Las Aguas de la Vida *

En aquel momento, la gigantesca cabeza de la serpiente negra comenzó a levantarse lentamente, sin soltar por ello el extremo de la serpiente blanca que tenía en sus fauces. Los poderosos cuerpos se curvaron hasta formar una puerta, de la que una mitad era negra y la otra blanca (...)

De forma que Bastián quedó allí por fin, desnudo y solo ante el gran círculo dorado, de cuyo centro brotaban las Aguas de la Vida, altas como un árbol de cristal.

En aquel último segundo en que ya no tenía ninguno de sus dones fantásticos pero no había recuperado aún el recuerdo de su mundo y de sí mismo, Bastián pasó por una situación de inseguridad total, en la que ya no sabía a qué mundo pertenecía ni si él mismo existía de verdad.

Pero luego saltó sencillamente al agua cristalina, se sumergió en ella , resopló, salpicó y dejó que una lluvia de gotas centelleantes le corriera por la boca. Bebió y bebió hasta calmar su sed. Y la alegría lo llenó de la cabeza a los pies, alegría de vivir y alegría de ser él mismo. Porque ahora sabía otra vez quién era y de dónde era. Si hubiera tenido que elegir una posibilidad entre todas, no hubiera elegido ninguna otra. Poruqe ahora sabía: en el mundo hay miles y miles de formas de alegría, pero en el fondo todas son una sola: la alegría de poder amar. Eran aspectos de una misma cosa. (...)

- Fújur -dijo Bastián- ¿cómo podréis terminar nunca lo que os dejo?

El dragón blanco guiñó uno de sus ojos color rubí y respondió:

- ¡Con suerte muchacho! ¡Con suerte!

Luego siguió a su señor y amigo.

Bastián los miró marcharse cuando cruzaron la puerta, de regreso a Fantasía. Los dos se volvieron una vez más y lo saludaron. (...)

Rápidamente cogió con las dos manos agua de las Aguas de la Vida y corrió hacia la puerta. Detrás estaba la oscuridad.

Bastián se precipitó en ella... y cayó en el vacío.

- ¡Papá! -gritó-. ¡Papá! ¡Soy... Bastián... Baltasar... Bux!