Atreyu se detuvo ante el aspecto de las esfinges. Había vivido mucho en su Gran Búsqueda, y había visto cosas magníficas y espantosas, pero hasta aquel momento no había sabido que ambas clases de cosas pueden unirse, que la belleza puede ser horrible.
Atreyu tuvo miedo.
Era un miedo que procedía de sí mismo. Era el miedo a lo incomprensible, a lo desmesuradamente grandioso... Sin embargo siguió adelante. Tenía que arriesgarse a que le permitieran la entrada o aquel fuera el fin de su Gran Búsqueda. (La Historia Interminable).
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